20.03.2007 | |
P.RICO-COLILLAS Ley contra el tabaco mejora la salud pero ensucia las calles Iñaki Estívaliz San Juan, 20 mar (EFE).- La ley contra el tabaco que entró en vigor este mes en Puerto Rico, que impide fumar en lugares cerrados, mejorará la salud de los boricuas pero las calles están cada día más sucias por las colillas que los clientes de algunos establecimientos, donde antes se permitía fumar, tiran al suelo. La situación se agrava en algunos lugares como el Viejo San Juan, donde el adoquinado de las calles, colmado de ranuras, dificulta el recogido de las colillas, por lo que los propietarios de restaurantes y bares piden que les provean a los barrenderos aspiradoras industriales para esa desagradecida labor. Rosa Romám, propietaria del restaurante y bar de copas «La sombrilla de Rosa», barre dos veces al día frente a su negocio desde que entró en vigor la ley, que además de prohibir fumar en sitios públicos cerrados afecta también a lugares privados, al prohibir, por ejemplo, fumar en vehículos donde viaje un menor de 13 años. La calle «se ve horrible para abrir el negocio», indicó a Efe Román, quien defendió que el municipio debería poner «ceniceros en cada esquina y más safacones (cubos de basura, del inglés «safety can») y proveer a los barrenderos de aspiradoras industriales como en algunas ciudades de EEUU. Las colillas entre los adoquines de San Juan, que tienen una original tonalidad azul que los hace únicos, afean un casco histórico, el más antiguo de todas las jurisdicciones de EEUU, que recibe cada día a miles de turistas procedentes de los cruceros. Por su parte, el jefe de Desarrollo Urbano y Vivienda del municipio de San Juan, Edgardo Torres, admitió que se ha registrado un incremento en las colillas de cigarrillos que se encuentran en las salidas de los locales. «Este aumento ha generado un retraso en el proceso de limpieza, pero hasta el momento, su efecto ha sido de alrededor de un 10 a un 15 por ciento de retraso en el proceso de limpieza, por lo que no ha sido necesario asignar personal adicional», según una comunicación del Ayuntamiento solicitada por Efe. «Por el momento estamos evaluando el comportamiento de los ciudadanos para determinar las futuras acciones», indicó Torres. Mercedes Rivera, del «Hermanos Rivera Cash & Carry», está pensando en comprar tierra y ponerla en una caja a la puerta del establecimiento para que los clientes apaguen allí sus colillas, ya que los cuatro tiestos de las palmeras que adornan la entrada del negocio rebosan de colillas. «San Juan nunca ha tenido safacones», lamentó Rivera, quien apoyó que se le aporten aspiradoras a los barrenderos, pero defendió que «la solución es de todos». Para ilustrar su opinión recordó un caso que le impactó hace diez años cuando observó que un turista japonés que acudió varias veces al negocio llevaba siempre consigo una cajita donde metía sus colillas y otros papeles de desecho. Uno de sus clientes, el artista puertorriqueño y fumador empedernido Luis Alonso, recordó a Efe que recientemente un policía le llamó la atención cuando tiró una colilla al suelo de la calle diciéndole «o la recoges o te doy la multa» de 250 dólares. Para Alonso, el Estado es el que debe poner remedio al aumento de colillas en la calle, pues fue quien impuso la ley, porque el consumidor no se va «a echar la colilla al bolsillo». |
Alonso criticó que todavía el municipio no vaya a tomar medidas y dijo que «van a esperar a ver los adoquines forrados de colillas como una alfombra». Rivera y algunos vecinos sostienen que los barrenderos de San Juan «siempre han creído que las colillas no son basura». Algunos barrenderos consultados por Efe niegan esta circunstancia y aseguran que cuando ven una colilla, la recogen. Sin embargo, Nelson, quien quiso aparecer con este nombre ficticio por miedo a perder su empleo, aseguró que para recoger las colillas de la zona de bares del Viejo San Juan se necesita «un cepillo de dientes» y que es una tarea que «no se acabaría nunca». |