07.12.2005 |
FIN DE AÑO/P.RICO-INDEPENDENTISMO Muerte de Ojeda Ríos por disparos del FBI reaviva independentismo Por Iñaki Estívaliz San Juan, 7 dic (EFE).- La muerte del líder del independentismo clandestino puertorriqueño Filiberto Ojeda Ríos, el pasado 23 de septiembre en un tiroteo con agentes del FBI, causó la indignación de todos los sectores y reavivó el sentimiento nacionalista en Puerto Rico. Las paredes de edificios en toda la isla exhiben pintadas como «FBI: asesinos» o «Filiberto vive», en lo que se ha visto como un despertar del movimiento nacionalista en ese Estado Libre Asociado (ELA) a los Estados Unidos desde 1952, y bajo jurisdicción de Washington desde 1898. Las protestas frente a los edificios federales se repiten semanalmente, se presentan exposiciones sobre el llamado «Che puertorriqueño», muerto a los 72 años, se celebran foros en escuelas y universidades y el mundo artístico le dedica conciertos y obras de teatro. Al velatorio y al sepelio de Ojeda Ríos fueron multitudes que quisieron despedirse del anciano que, como informó la propia Oficina Federal de Investigaciones (FBI) estadounidense, «murió con las botas militares puestas, vistiendo un pantalón de camuflaje y un chaleco antibalas, y portando una pistola con dos cargadores». Ojeda Ríos fue un músico de la legendaria orquesta de salsa «La Sonora Ponceña» que decidió dejar la trompeta para dedicarse a la lucha armada por la independencia de Puerto Rico al frente del Ejército Popular Boricua «los macheteros». Durante más de una década fue el puertorriqueño más buscado por las autoridades de EEUU después de que en 1990 se quitó de uno de sus tobillos el dispositivo de seguridad electrónico que controlaba su libertad condicional. Había sido liberado en 1988 tras el pago de una fianza de un millón de dólares después de pasar tres años en prisión a la espera de juicio por el espectacular robo de 7,2 millones de dólares a un camión de la compañía Wells Fargo ocurrido el 12 de septiembre de 1983 en Hartford, en el estado de Connecticut. «Los macheteros», quienes se atribuyen, entre otros, un atentado en un aeropuerto de San Juan en 1981 en el que destruyeron 11 aviones de combate estadounidenses valorados en 42 millones de dólares cada uno, aseguraron que el dinero robado se utilizó para repartir regalos a los niños puertorriqueños. La autopsia del cadáver reveló que el líder independentista murió desangrado horas después de haber sido herido por los agentes del FBI, casi un centenar, que mantuvieron la casa cercada durante más de 20 horas en las que no informaron sobre la operación policial que llevaban a cabo ni a la prensa ni a las autoridades locales. Al día siguiente de que los agentes federales rodearan la casa secreta de Ojeda Ríos, cuando aún no se sabía si seguía o no con vida, el gobernador de Puerto Rico, Aníbal Acevedo Vilá, solicitó una investigación sobre la intervención y mostró airado su descontento con la manera de actuar del FBI. |
«La forma en que fue asesinado trasciende al movimiento independentista y llegó a la generalidad de los ciudadanos independientemente de sus ideologías, planteando consideraciones éticas, morales y humanas sobre el patriotismo y la dignidad», declaró a EFE el copresidente del Movimiento Nacional Hostosiano, Julio Morientes. Los sectores políticos del país quitan importancia a la muerte de Ojeda Ríos como posible detonante del resurgir independentista, pero se unieron a la crítica por el modo en que se realizó el operativo. «No he percibido que la muerte de Ojeda Ríos haya unificado al movimiento independentista. Lo que sí causó fue inquietud, preocupación e indignación en todos los sectores», dijo a EFE Gerardo Cruz, secretario del actualmente gobernante Partido Popular Democrático, que defiende el actual estatus de Puerto Rico como Estado Libre Asociado a EEUU. «La muerte de Filiberto creó un sentimiento de indignación más allá del independentismo, que no creo que se haya unificado por ello», reconoció por su parte a EFE la senadora del Partido Independentista Puertorriqueño, María de Lourdes Santiago. Para el presidente del Senado, Kenneth McClintock, del anexionista Partido Nuevo Progresista, con la muerte de Ojeda Ríos se acabó con un vestigio «de la guerra fría y la lucha violenta por la independencia». McClintock dijo a EFE, no obstante, que el modo en que se llevó a cabo el operativo demuestra «que las agencias federales tratan a Puerto Rico de una manera distinta y discriminatoria respecto a los estados continentales». Simpatizantes de los macheteros explicaron a EFE que la organización del grupo armado está en un proceso de repliegue de fuerzas a la espera de que se calme la situación para regresar a la lucha activa. |