Intentan controlar las especies invasoras que afectan ecosistema

21.07.2006  
P.RICO-ESPECIES
Intentan controlar las especies invasoras que afectan ecosistema
Iñaki Estívaliz San Juan, 21 jul (EFE).- El control de las especies no autóctonas se ha convertido en un problema para las autoridades de Puerto Rico que han tomado precauciones para que los monos no se acostumbren a vivir en las ciudades, las iguanas no retrasen vuelos de avión y los caimanes no ataquen a los habitantes.
El Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y otras entidades del gobierno tuvieron que desplegar recientemente a un gran número de efectivos para expulsar de un barrio de Cataño, municipio cercano a San Juan, a varios monos que se habían habituado a vivir de lo que hurtan a los vecinos.
Un grupo de macacos, que fueron traídos a varias pequeñas islas deshabitadas de Puerto Rico para estudios científicos en las décadas de los 60 y 70, logró pasar a la isla principal hace pocos años, estableciéndose en un principio en el suroeste.
Ahora «los agricultores han tenido pérdidas, sobre todo de melones y calabazas, pero además son un riesgo para la seguridad porque se defienden con mucha fiereza, tienen unos impresionantes caninos y un 74 por ciento de ellos está infectado con herpes tipo B», explicó a Efe el director de Vida Silvestre del DRNA, Miguel A. García.
Hace pocas semanas el DRNA organizó una cacería de iguanas verdes o «gallinas de palo», que llegaron desde Centroamérica como mascotas y luego fueron abandonadas o se escaparon y se reprodujeron a gran velocidad.
«Jamás se iba a pensar en una explosión demográfica tan espectacular. En Isla de Mona (oeste) hay iguanas, pero las caribeñas ponen de ocho a diez huevos, mientras que las invasoras ponen entre treinta y cuarenta y no tienen depredadores naturales, sólo los carros que las pisan», dijo García.
Favorece también la propagación de la especie el hecho de que en Puerto Rico y en sus zonas urbanas hay muchos terrenos abandonados en los que abunda la vegetación, comentó García.
Agregó que lo que pasa en algunos aeropuertos como el Internacional Luis Muñoz Marín «es algo serio porque están retrasando los vuelos: les gusta asolearse en las pistas».
Las iguanas se introducen en los huertos familiares «y se lo comen todo, se bañan en las
piscinas y se ponen a pelear con los perros. Las iguanas no atacan, pero se defienden bien y cada vez se ven más perros heridos y sangrando», añadió.
Otra especie introducida como mascota desde Venezuela, los caimanes, tampoco atacan al hombre, «no es como un cocodrilo africano, pero si un nene se acerca sin saberlo al nido de una hembra, si que le va a atacar», explicó García.
El director de DRNA dijo que aunque todavía no se han registrado ataques de estos reptiles, esta semana una cuadrilla de vigilantes trataron de capturar en los alrededores del residencial Flamboyán, en San Juan, a «Pancho», un caimán que junto a otros dos, campea cada cierto tiempo por la urbanización.
La persecución que realiza el DRNA contra monos, iguanas y caimanes, no se realiza con aquellas especies que tienen una introducción natural: «las que llegan por sus propios medios las tratamos diferente».
La introducción de especies en diferentes ambientes es un acontecimiento «que es antiguo», pero que ha aumentado con la globalización, dijo García, quien aclaró que «todas las especies invasoras son exóticas pero no todas las exóticas, son invasoras».
Puso como ejemplo el flamboyán y la palma de coco, especies extranjeras integradas al paisaje y la cultura puertorriqueña.
Las especies invasoras son las que causan daños en el ecosistema autóctono, como el «meaito», o tulipán africano, que donde crece ya no se pueden sembrar ni pastos ni frutales.
También son dañinas por favorecer la transmisión de enfermedades las ratas y ratones llegados de Europa, o el sapo común, que aquí los llaman «mataperros», porque «mientras más grande y fiero es el perro, más rápido se mueren al entrar en contacto con las toxinas del sapo».
Las cabras introducidas en la isla de Desecheo (oeste) acabaron con la vegetación del islote, y la hormiga roja, o «brava colorá», introducida recientemente desde Africa, «acaban con los sembradíos de habichuelas, pueden causar reacciones alérgicas al picar y son difíciles de exterminar porque tienen más de una reina».

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