Organización de presos denuncia abusos y condiciones insalubres

12.09.2006
P.RICO-CARCELES
Organización de presos denuncia abusos y condiciones insalubres
Por Iñaki Estívaliz San Juan, 12 sep (EFE).- La organización de presos Ñeta, surgida en los 70 para evitar abusos en las cárceles puertorriqueñas cuando un esclavo sexual costaba dos cartones de cigarrillos, denuncia que hoy a los confinados les sirven comida podrida, que no les dan ni jabón y que algunos llevan dos años con la misma camisa.
En el menú carcelario aparecieron este mes unas empanadas de pescado, como «cartón salado», que exhibían «un curioso color verde en su interior; obviamente estaban podridas», indicó uno de los dos líderes ñetas que desde el interior de una prisión han hablado por teléfono con Efe.
Los reclusos Miguel y José, con un cuarto de siglo cumplidos entre rejas, quisieron ser identificados con estos nombres ficticios para evitar represalias de las autoridades correccionales, ya que el último ñeta que habló con un periodista, dijeron, fue trasladado a una unidad de aislamiento de máxima seguridad.
La Organización Pro Derechos y Rehabilitación del Confinado (Ñeta), con una afiliación estimada de 14.000 de los 17.000 presos de Puerto Rico y predominio en 16 de 20 cárceles del país, comenzó el 21 de agosto un paro de brazos caídos para denunciar el paroxismo de las condiciones de vida carcelarias.
En una prisión «encontraron gusanos y gorgojos en las habichuelas (judías)»; en otra sirven un pollo que es «hueso y pellejo»; en otra eliminaron los zumos y la leche en las comidas para dar sólo café; y al que protesta: «lo muelen a palos».
Miguel aseguró que el paro, que consiste en no utilizar «las cosas mínimas que nos dan», como las canchas de deporte y los talleres, será «pacífico, esperando que pasen los días, las semanas y los meses» y buscando un diálogo con participación comunitaria como testigos: «no queremos crear problemas con nadie».
Denunció que el Departamento de Corrección dejó a los presos «sin jabones, sin chancletas para ducharse, sin toallas, ni ropa de vestir o de cama», e insistió que quieren «más estudios, más educación» y que los «rehabiliten de verdad».
Castigar a todo un pasillo por algo malo que hizo un solo recluso o dar sanciones múltiples por una falta menor, como masticar un trozo de pan en un lugar indebido, «no son mecanismos para la rehabilitación», lamentó.
Según el abogado de la organización Ñeta Eriberto Orta, una ley vigente en Puerto Rico facilita la redención de penas tras varias décadas de buen comportamiento, pero con una sola falta frívola, se mancha el historial del confinado y evita su rehabilitación y futura liberación.
Los ñetas criticaron, entre otras cosas, las agresiones físicas gratuitas a internos y el abandono de las áreas comunes y de visita, donde hay filtraciones de agua, humedad y hongos.
Pero lo que más duele a José es que, con la excusa de evitar el trasiego de drogas, las familias de los presos «están siendo castigadas indiscriminadamente, desvisten a nuestros niños…, las personas que cuando salgamos nos van a dar albergue».
Los líderes carcelarios achacaron la situación al secretario del Departamento de Corrección, Miguel Pereira, quien supuestamente se beneficia de contratos con las empresas privadas que administran la salud y los comedores: «y que el preso por ahí que se muera».
Pereira minimiza las reclamaciones de los ñetas y propuso la semana pasada quitar el derecho al voto de los presos de Puerto Rico, única jurisdicción de Estados Unidos donde lo tienen.
El pasado 29 de marzo se conmemoró el 25 aniversario del asesinato del fundador de la Ñeta, Carlos «la Sombra» López Iriarte, quien revolucionó el sistema de corrección cuando la precariedad de la vida carcelaria era extrema.
«Los guardias vendían a los recién llegados jovencitos para que fueran los esclavos sexuales de un grupo de presos por dos cartones de cigarrillos», denunciaron presos durante las vistas parlamentarias que se celebraron entonces para investigar la situación.
Ñeta impone un estricto código de conducta en las cárceles evitando incluso el uso de palabras malsonantes o que un preso entre en la celda de otro sin permiso y «el grande protege al pequeño».
Los ñetas originales negaron tener que ver con la mara (pandilla juvenil) del mismo nombre y simbología que está aumentando su presencia en España y Latinoamérica, pero historiadores y sociólogos consultados por Efe aceptan que ese grupo juvenil surgiera de las cárceles en Estados Unidos.
Allí, donde la organización carcelaria depende de grupos que van desde los arios hasta los negros islámicos, los presos latinoamericanos sólo tienen a la Ñeta o los Latin Kings para cuidar de ellos.

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