Esposa de Juan Ramón Jiménez trabajó para él hasta última hora

28.10.2006   CULTURA
P.RICO-NOBEL
Esposa de Juan Ramón Jiménez trabajó para él hasta última hora
Iñaki Estívaliz San Juan, 28 oct (EFE).- Zenobia Camprubí, la esposa del Nobel español Juan Ramón Jiménez, trabajó en la organización de la obra del poeta hasta los momentos previos a su muerte, tres días después de que llegó la confirmación oficial de la concesión del premio a Puerto Rico, donde estaban exiliados, hace hoy 50 años.
La directora de la sala Zenobia y Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Elsa Rodríguez, explicó a Efe cómo fueron esos últimos días en la vida de la que fue inspiradora y sustento del autor de «Platero y yo» y «Animal de fondo».
Señaló una cita del diario de Zenobia: «Estoy escribiendo desde la cama porque las hemorragias no me permiten permanecer sentada».
Cuando los que la conocían comenzaron a estudiar sus diarios íntimos «lloraban» porque no podían imaginarse lo grave que estaba entonces, «pero nunca se quejaba, mantuvo una sonrisa hasta el último momento de sus días».
Zenobia y Juan Ramón habían estado en Puerto Rico en tres ocasiones, pero en 1951, cuando trabajaban en universidades de EEUU, recibieron la oferta de cátedra permanente del entonces rector del Recinto de Río Piedras de la UPR, Jaime Benítez, «Zenobia comenzó a dar clases en el departamento de Español básico, pero a finales de año tuvo que viajar a Boston a tratarse un cáncer en la matriz», narró Rodríguez, quien explicó que la salud de ambos esposos desmejoró dramáticamente.
Como no podían asistir a clases, Juan Ramón envió a Zenobia a que le devolviera el salario a Benítez, que no lo aceptó y creó para ellos la figura de «poetas en residencia», con la única obligación de ofrecer asesoramiento a estudiantes en la medida que la salud lo permitiera.
Pero lo que mantuvo ilusionada a Zenobia fue la creación de un espacio en la biblioteca universitaria para recoger documentación sobre el Nobel, y en 1955 se crea la sala con manuscritos, primeras ediciones, cartas y notas del matrimonio.
Los últimos meses de Zenobia fueron especialmente duros por el fallecimiento de varios familiares y escribió en su diario: «Lo que va muy bien es la biblioteca, en la que me paso de dos a tres horas cada mañana».
Brillante traductora, feminista, comprometida con las causas sociales y secretaria y agente además de esposa del poeta, la figura de Juan Ramón no se entiende sin Zenobia.
«Los que conocemos a Juan Ramón no podemos pensar en él sin verla a su lado animosa, comunicativa, alegre», escribió entonces la intelectual puertorriqueña y amiga del matrimonio Nilita Vientós Gastón.
La también profesora señaló en sus escritos que Juan Ramón dijo en una ocasión: «Soy como un niño distraído que arrastran por la fiesta de la vida».
«Y fue Zenobia la que durante 40 años, por su devoción al hombre y su admiración al artista, hace posible que de esta fiesta sólo llegue al poeta lo que necesita para apoyar y sustentar el mundo de su obra», escribe Vientós Gastón en documentos que guarda la sala.
«La rosa de la poesía del gran poeta floreció a plenitud porque Zenobia, con su intuición, devoción y comprensión, le proporcionó siempre el aire que para perdurar necesitaba», añadió.
En el mensaje de recepción del Nobel, que recogió Benítez en Estocolmo, Juan Ramón sostiene que el premio es también de Zenobia.
Antes de morir, Zenobia escribió a la familia del poeta para que se lo llevaran a España y que no se quedara solo, pero Juan Ramón no quiso regresar a la España franquista, «aunque siempre llevaba en el bolsillo un cofrecito con tierra de Moguer», su pueblo andaluz, explicó Rodríguez.
«Por eso, cuando ella muere, la entierran aquí, en el cementerio de Portaceli en Bayamón.
Cuando muere él (1958), la familia se llevó los restos de Zenobia y el cadáver de Juan Ramón», sostuvo.
Los días 9, 10 y 11 del próximo noviembre se celebrará en Moguer el simposio «Mujeres y escritura autobiográfica: Zenobia Campubrí».

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