Publican libro sobre asesinatos que mantuvieron en vilo a los boricuas

01.05.2007  20:56 utc   ABONADOS
P.RICO-LIBRO
Publican libro sobre asesinatos que mantuvieron en vilo a los boricuas
Iñaki Estívaliz San Juan, 1 may (EFE).- El Instituto de Cultura Puertorriqueña sacará a la venta esta semana la versión en español del libro «Dos linchamientos en el Cerro Maravillas», del periodista Manny Suárez, sobre el caso de unos asesinatos policiales que mantuvo a los boricuas pegados al televisor durante meses.
Las vistas de investigación que el Senado de Puerto Rico llevó a cabo en 1983 para esclarecer unos acontecimientos ocurridos en 1978 fueron seguidas por los puertorriqueños en casa, donde se olvidaron de las telenovelas de la tarde, y en el trabajo, lo que obligó a algunos empresarios a prohibir ver la televisión a sus empleados.
Suárez recuerda que las salas de cine quedaron vacías y que en las tiendas por departamentos se reunía una muchedumbre frente a los televisores.
Cualquier persona podía seguir la retransmisión completa de las vistas andando tranquilamente por la calle: «se escuchaba la pregunta del fiscal salir por la ventana de una casa y al llegar a la siguiente casa se escuchaba la contestación del testigo».
El 25 de julio de 1978 los jóvenes independentistas Arnaldo Darío Rosado, de 25 años, y Carlos Soto Arriví, de 19, fueron ejecutados por policías, tras haberse rendido y desarmado, a los pies de unas antenas de televisión, que supuestamente se disponían a hacer explotar.
Durante las vistas del Cerro Maravillas (centro), tras las cuales entraron en prisión varios policías y otros fueron expulsados del cuerpo, prevaleció la teoría de que los asesinatos respondían a un plan de las autoridades para eliminar miembros subversivos del independentismo, pero nunca quedó probado.
«Nadie hablaba de nada más», asegura Suárez, quien en la época de los hechos pidió a los editores del periódico donde trabajaba entonces, «The San Juan Star», que le dieran tiempo para investigar algunos aspectos de la trama.
Por profundizar en el tema, un sábado recibió una llamada, «en un tono que no se sabe si era para ayudar o para asustar», en la que una voz le advertía lo fácil que sería que un día la policía parase a su hijo en la carretera y le encontrara drogas en el vehículo.
Algunas fotografías del libro «Dos linchamientos en el Cerro Maravillas: Los asesinatos policíacos en Puerto Rico y el encubrimiento del gobierno federal», que fue publicado hace dos años en inglés, explican la fascinación que el caso produjo en la población boricua, también indignada por los hechos.
En una aparece el forense enviado expresamente desde Dallas, (Texas), Vicent di Maio, donde muestra una fotografía de uno de los jóvenes asesinados mostrando con el dedo sobre una herida la trayectoria de arriba hacia abajo de una de las balas, demostrando que había sido ajusticiado de rodillas tras recibir una paliza.
En otra aparece el gran héroe de las vistas, el fiscal designado Héctor Rivera Cruz, «un abogado cualquiera que el primer día se convirtió en figura pública» y que a pesar de que «era un tapón (de baja estatura)», pasó a ser de la noche a la mañana el mito sexual de muchas puertorriqueñas.
«Los testigos temían mentir ante Rivera Cruz porque no sabían lo que él sabia», explicó Suárez, quien señala que el abogado consiguió que el público supiera lo que iban a decir unos testigos antes de comenzar a hablar por la forma de la que había entrevistado a los otros.
Frases de Rivera Cruz como «déjeme refrescarle la memoria» y «déjeme ver si ocurrió así» entraron a formar parte entonces del acervo cultural y judicial boricua.
El público de las vistas, sobre el terreno o por radio y televisión, esperaba con intriga de folletín cuando Rivera Cruz comenzaba a preguntar cosas aparentemente sin importancia que llevaban a grandes revelaciones.
Insistir a un testigo sobre el hecho de que si había pedido en tal sitio un sandwich de jamón y queso y un café le servía para deducir, confrontando diferentes versiones, quien decía la verdad.
Sobre el llamado «Watergate de Puerto Rico», Suárez se siente «satisfecho con el trabajo realizado», pero lamenta «no haber hecho más porque todavía hay mucho que no ha salido a la superficie», aunque subraya que «lo que salió a la luz evitó que siguieran sucediendo este tipo de cosas».

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