Tortugas gigantes ponen sus huevos en playas infestadas de turistas

10.05.2007 
P.RICO-TORTUGAS
Tortugas gigantes ponen sus huevos en playas infestadas de turistas
Iñaki Estívaliz San Juan, 10 may (EFE).- El desove de tinglares, tortugas gigantes en peligro de extinción, en playas turísticas del litoral norte de Puerto Rico, es un fenómeno reciente que tiene enfrentados a grupos ambientalistas con el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) de la isla caribeña.
Observar la puesta de huevos de una tortuga, que puede llegar a pesar más de 1.300 kilogramos, es «una experiencia mágica» que hizo llorar a algunos de los afortunados que tuvieron la oportunidad de vivirla en la noche del miércoles en una playa de San Juan, dijo a Efe Indira Marrón, portavoz del grupo ambientalista Amigos del Mar.
La del miércoles fue la tercera gran tortuga que llegó esta temporada de anidaje, de febrero a julio, a las playas de Condado, zona de hoteles de San Juan.
Amigos del Mar, cuyos miembros llevan dos años acampados 24 horas en la zona para tratar de evitar que se desarrollen más proyectos hoteleros, se ocupó de delimitar el área para impedir el paso de los turistas sobre el nido.
Marrón aseguró que su organización trata de registrar estas puestas porque «si se tiene constancia de que esta es una zona crítica de anidaje de tringales se crearía un área protegida por las leyes federales».
La ambientalista denunció que el DRNA no se encarga de marcar a los tinglares que llegan a la zona para evitar interponerse con intereses turísticos y aseguró que el año pasado vigilantes de ese departamento estatal espantaron a varios tinglares con el ruido de motores y potentes luces.
«Actúan en contra de lo que predican y la tortuga que estaba desovando dejó los huevos en el agua y se perdieron», señaló Marrón, quien sostiene que «a veces las personas que se acercan por curiosidad tienen más conciencia que los que están encargados de protegerlos».
La aparición de las tortugas se produce de noche, y las personas que a esa hora todavía pasean o disfrutan de la playa en la oscuridad «se quedan en shock y quieren saber más, no se imaginan que en Puerto Rico sucedan estas cosas».
El tinglar «es una maravilla natural con un ADN que se ha preservado igual que hace más de 100 millones de años. Es una bendición tan y tan grande que vienen excursiones de escuelas y está creciendo el interés».
Marrón contó la historia de un hombre alcoholizado que con la llegada hace 19 días de un tinglar prefirió quedarse a ver el desove antes que seguir bebiendo y «al día siguiente regresó sobrio para interesarse más por el tema».
Amigos del Mar se oponen a la reubicación de los nidos porque «la naturaleza no se equivoca», y si se cambia la ubicación los huevos, cuando esas crías sean adultas no regresarán a donde fueron desovados originalmente, sino al lugar donde se les llevó, rompiendo un equilibrio natural.
«Nosotros dejamos que se desarrolle el proceso natural y después delimitamos y cuidamos del lugar. Incluso los carteles informativos los pagamos de nuestro dinero», sostuvo Marrón.
Por su parte, la bióloga del DRNA encargada de marcar a los tinglares y oficial de Manejo del Bosque Estatal de Piñones, Doreen Parés Jordán, aseguró a Efe que nunca ha habido ningún «encontronazo» con Amigos del Mar y que ya «no es recomendable mover los nidos porque se alteraría el periodo de incubación» «Normalmente se reubican para evitar el contacto con la gente y la contaminación visual, pues las luces de los hoteles las desorientan y en lugar de dirigirse al mar vuelven al interior de la playa», explicó.
La experta y también apasionada de las tortugas indicó «que se extinguieron los dinosaurios y los tinglares siguieron con muy poca evolución» y que «no se sabe la esperanza de vida porque son animales pelágicos», aunque se estima que viven unos 60 años.
Los animales pelágicos viven en aguas profundas y frías, donde los tinglares se alimentan de aguavivas, y sólo se acercan a la costa en contadas ocasiones.
El tinglar hembra, «un animal grande, muy fuerte e impresionante», pone unos 120 huevos en cada desove, pero de ellos, entre 40 y 50 no tienen yema, por lo que no se desarrollan.
A veces los nidos han sido excavados tan profundos que los huevos «se cocinan y se dañan» y otras veces «el continuo oleaje los pudre», pero si todo sale bien, eclosionarán en unos 60 o 70 días.
Uno de los momentos más emocionantes en la vida profesional de Parés Jordán fue cuando le llamaron para informarle que una tortuga marcada por ella había aparecido en Groenlandia.
Señala «que es muy importante para nosotros que cada área de trabajo tengo un registro anual» porque también sirve como indicador de las consecuencias del cambio climático.

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