El «limber», todo un capricho puertorriqueño

31.05.2007  
P.RICO-GASTRONOMIA
El «limber», todo un capricho puertorriqueño
Iñaki Estívaliz San Juan, 31 may (EFE).- Hay caprichos gastronómicos que cuestan tanto como quiera la imaginación de un cocinero de moda mientras que otros están al alcance de todos los bolsillos, como el «limber» puertorriqueño, un refresco congelado en un vaso de plástico o una cubitera.
La sencillez del «limber», perfecto para engañar el calor en el trópico y suave alternativa a la piña colada, se sublima en Puerto Rico, donde los márgenes de todas las carreteras están salpicados de letreros en los que los ofrecen por menos de un dólar en comercios familiares improvisados o en «ventanitas» frente a las escuelas.
Uno de los tres tesoros lexicográficos aceptados por la Real Academia de la Lengua Española, el puertorriqueño (los otros dos recogen las particularidades del español que se habla en Andalucía y las Islas Canarias), indica que el «limber» es «el refresco congelado en cubitos».
En una segunda acepción lo define como «cierto helado hecho con agua azucarada y el zumo de alguna fruta y luego congelado en el refrigerador», y en una tercera, como el «polo congelado, de varios sabores».
Según el tesoro puertorriqueño, cuando en Puerto Rico se quiere decir que alguien es «muy malo, perverso», se dice que es «más malo que un ‘limber’ de gas».
El tesoro lexicográfico boricua indica que el origen de la palabra es inglés, pero incierto, aunque algunas crónicas recogen una anécdota que podría ser la causa de que en Puerto Rico se llamen «limbers» a los «polos» o paletas heladas.
En 1928, el primer hombre que atravesó en avión el Atlántico, en 1927, sin escalas y en solitario, Charles Lindbergh, visitó la isla caribeña llegando en su célebre «El espíritu de San Luis».
Al bajar del avión, la comitiva de recibimiento lo agasajó con un refresco congelado que gustó mucho al piloto, por lo que preguntó por el nombre de aquello que le había sentado tan bien, y como no supieron qué responder, los cicerones del estadounidense decidieron bautizar el dulce aperitivo con el apellido del aviador.
Otras crónicas aseguran que Lindbergh se negó a repartir capullos de rosas como era tradición en el carnaval de San Juan, así que se empezó a decir: «eres más frío que un limber».
Algunas de esas «ventanitas» donde se venden «limbers» tienen fama dentro y fuera de la isla, como la de Flores Rosado, que lleva viviendo de congelar refrescos en su casa desde hace 30 años.
Localizada frente a dos puertas traseras de La Fortaleza, la residencia de los gobernadores de Puerto Rico, desde la «ventanita» de su casa Rosado ha vendido sus «limbers» a los jefes del ejecutivo boricua, y a sus hijos, durante tres décadas.
Rosado aseguró a Efe que la elaboración de los «limbers» no es tan sencilla como parece, pero se negó con el celo de un ejecutivo de una multinacional a desvelar sus secretos, por los que le han ofrecido, insiste, hasta 10.000 dólares.
«La fórmula no te la voy a dar, solo te puedo decir que los hacemos de frambuesa, uva, crema, limón, parcha y coco», sostuvo Rosado, quien aseguró que el actual gobernador, Aníbal Acevedo Vilá, «ba
ja a cada rato» a comprar «limbers», y que los fines de semana no dan abasto.
El Tesoro Lexicográfico del Español de Puerto Rico recoge también un verbo que describe la acción de ingerir un «limber», que ni se come, ni se bebe, sino que se lame.
La palabra «lamber» tiene los significados de «adular» y «lamer» y una multitud de interesantes vocablos derivados.
El «lambeojo» es «el que alaba para conseguir algo»; el «lambón» es el que «practica el beso y las caricias en los órganos genitales»; el «lambeolla» es el «zángano, vago»; el «lambeplatos» es «una persona glotona»; y «lambechocha» se dice del «hombre senil o imprudente».
El «limber» es la versión moderna de la tradicional «piragua», que todavía se hace raspando un bloque de hielo con una espátula, luego se introduce en un baso cónico y se le rocía por encima esencia de algún sabor.
Este año, la compañía «Limbers la Abuelita» comenzó a producirlos a escala industrial y a distribuirlos en gasolineras, donde se pueden encontrar de queso, maní, guavapiña, pistacho, naranja, limón, fresa, coco, tamarindo, uva y piña colada.

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