15.11.2008 CULTURA | |
P.RICO-LIBROS Homenaje a Juan Ramón Jiménez se convierte en reconocimiento a Puerto Rico |
Iñaki Estívaliz San Juan, 14 nov (EFE).- Puerto Rico fue el país en el que el enfermizo e introvertido Premio Nobel español Juan Ramón Jiménez (1881-1958) encontró la paz y la fuerza necesarias para que su obra siguiera creciendo pese de la dureza del exilio y la nostalgia por su natal Andalucía. Varios especialistas «juanramonianos» coincidieron hoy en San Juan, en el marco de la XI Feria Internacional del Libro de Puerto Rico que se celebra hasta el próximo domingo, en señalar la extraordinaria influencia que tuvo el país caribeño en el autor de «Platero y yo» (1914) y «Animal de fondo» (1949). Para el catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid (España) Jorge Urrutia, la generosa acogida de los puertorriqueños y la paz que encontró Juan Ramón en la que llamó «Isla de la Simpatía» consiguieron que hoy se pueda decir que el Nobel de Literatura de 1956 es «el máximo poeta en lengua española del Siglo XX». Urrutia aseguró durante una mesa redonda dedicada al poeta español que «Puerto Rico fue fundamental y cambió su vida», hasta el punto, que fue en esta isla donde Juan Ramón se atrevió por primera vez a «dirigirse en público» con la conferencia «Poesía abierta, poesía cerrada». La representante de los herederos del poeta, Carmen Hernández Pinzón, señaló que el «peregrinaje por las tierras americanas -Juan Ramón salió de España en 1936 y el exilio le llevó a EE.UU., Argentina, Cuba y Puerto Rico- fue largo y doloroso». «Juan Ramón era una persona que vivió toda su vida en introspección… fue creciendo hacia adentro en una búsqueda en su interior hacia todo lo que anhelaba», dijo Hernández Pinzón, que recordó que todavía más aislado estuvo 9 años en EE.UU. porque «nunca quiso hablar en inglés». «Su herramienta de trabajo era el español y no lo podía contaminar» con el inglés, por lo que su habitual introspección se arraigó hasta el punto de que en EE.UU. pasó varias temporadas en internados psiquiátricos, sostuvo la representante de los herederos de Juan Ramón. Tras dos visitas anteriores, el autor de «Diario de un poeta recién casado» (1916) y su esposa, Zenobia Camprubí, se instalaron definitivamente en Puerto Rico en 1951 y la salud de Juan Ramón comienza a mejorar e incluso se integró a la vida universitaria y social de la isla. Para Juan Ramón, «Puerto Rico es el regazo femenino, el regazo de una madre y de una esposa» que «compara continuamente con Andalucía» y que describe como «un cesto de flores en el medio del mar», indicó Hernández Pinzón. En la nueva «matria» del poeta encuentra «todo lo que echaba tanto de menos» y aquí vive «los momentos más gloriosos y los más tristes». El anuncio de la concesión del Nobel quedó empañado por la muerte de Zenobia dos días después de conocer la noticia. La Sala Zenobia y Juan Ramón del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico en San Juan, donde se conserva la mayor parte del archivo del poeta, «es un pozo inagotable» con innumerables documentos inéditos. «Ustedes (los puertorriqueños) custodian el tesoro más grande» de Juan Ramón, subrayó Hernández Pinzón. El catedrático de la Universidad de Valladolid (España) Javier Blasco defendió el valor biográfico de la obra del crítico literario español Ricardo Gullón (1908-1991), denostado por algunos estudiosos y que escribió «Conversaciones con Juan Ramón Jiménez». En ese libro, Gullón ofrece valiosos detalles del día a día de «los años puertorriqueños» de Juan Ramón, desde que el poeta se levantaba por la mañana, leía la prensa, contestaba cartas, trabajaba en la organización de su obra, paseaba con Zenobia y atendía sus obligaciones universitarias. |
Después de la cena, la pareja recibía en su casa a personalidades de la época con los que hablaban, sobre todo, de España y de poesía, y, por ende, de la poesía española. Blasco recordó la necesidad de que se digitalice la abundante obra dispersa de Juan Ramón y de que se hagan ediciones críticas de los libros del poeta «con rigor, metodología y sistema». Por su parte, la profesora Estelle Irizarry indicó que Juan Ramón renovó en Puerto Rico el género de la «crónica» escribiendo sobre la naturaleza, las viviendas, la mujer, los niños y hasta los vestidos, pero además, «interpreta la realidad puertorriqueña». |