Personalidades y personajes disfrutan de la calle San Sebastián sin fiestas

11.01.2008  
P.RICO-SAN SEBASTIÁN (previsión)
Personalidades y personajes disfrutan de la calle San Sebastián sin fiestas
Iñaki Estívaliz San Juan, 11 ene (EFE).- Los más de 300.000 visitantes que se esperan este mes en las populares Fiestas de la Calle San Sebastián, en el Viejo San Juan, que este año se dedican a Ricky Martin, se perderán el principal atractivo que todavía conserva esa vía de adoquines azules: su paisaje humano.
Durante las fiestas, que este año se celebran del 17 al 20 de enero con ferias de artesanía y procesiones de cabezudos al son de los ritmos afrocaribeños de bomba y plena, será difícil encontrar entre la multitud los personajes que de ordinario transitan bajo los balcones coloniales de sus coloridas casas.
Cerca de la Escuela de Párvulos, una de las más antiguas de Puerto Rico, la poeta boricua Vanessa Droz, premio nacional de las «Fiestas de la Calle» de este año, busca a su gato bajo los vehículos aparcados frente a su casa.
Droz, quien vive en la San Sebastián desde hace 20 años, destacó hoy a Efe que lo que más disfruta de esa calle es el privilegio de haberla compartido con personalidades como el pintor Tony Maldonado, fallecido el año pasado, y por la «heterogeneidad» de los vecinos y de sus variadas propuestas culturales y gastronómicas.
Desde la que es una de las calles situadas a mayor altura de la ciudad se goza, según Droz, de «la salud que da el sol y el mar» y del placer de asomarse al balcón de casa y sentirse como «si estuviera en la proa de un barco».
«He sido muy feliz en la San Sebastián», indicó la poeta, mientras que a pocos metros, la escritora y articulista Magaly García Ramis riega las plantas de su balcón.
La intersección con la Calle San Justo constituye un mirador espectacular con el Atlántico hacia el norte, y hacia el sur, tras una cuesta empinada, se descubre la Bahía de San
Juan.
Cuando zarpa alguno de los lujosos cruceros de la bahía, los edificios de la angosta y laberíntica calle se confunden con el barco y parece como si también navegasen sobre un mar de adoquines azules.
Caminando unos metros más hacia el oeste es necesario observar los balcones de la acera norte de la calle.
El visitante se encontrará en la acera norte de esta calle con un maniquí de mujer que lleva un paraguas y sombrero, unas veces, y otras viste un traje de geisha, de diosa hindú, o de lo que se le ocurra a su dueña, Roxana Gata.
La artista, desde que encontró hace 16 años el maniquí arrojado en la basura, lo viste y «trasviste» según su estado de ánimo.
«No podría vivir en otro sitio», dijo a Efe Gata, quien reside en la San Sebastián desde hace 30 años, y recordó que, una vez, una tuna universitaria le cantó una serenata al maniquí, al que puso por nombre Virgen Carlota.
Y probablemente a esta altura de la San Sebastián, el que pasea se habrá topado ya con Reynaldo y su perenne sombrero de vaquero, andando con las piernas abiertas, desafiante, como después de haber montado mucho a caballo, y siempre con manojos de llaves por pistoleras que desde lejos suenan como espuelas.
Cada año es más difícil ver pasear sola con su bastón a Rafaela Balladares, líder obrera boricua en Nueva York, que, cuando regresó a su patria, se propuso organizar y rescatar del olvido las antiguas Fiestas de la Calle San Sebastián.
Otra nonagenaria de la calle es Juanita, a la que le gusta bromear sobre sus futuros novios y conserva en su memoria un impresionante catálogo de cientos de refranes puertorriqueños y de antiguas recetas para diferentes dolencias que siempre está dispuesta a compartir con quien le de conversación.
Para cruzar la calle se coge del brazo del galán de turno, ya que esos adoquines azules son tan cautivadores como traicioneros.
Juanita es una de las fieles del almacén de distribución de bebidas Rivera Hermanos, que comandan con una hospitalidad de antaño Marga, Mercedes, Ibis y Ada, quienes han conseguido que el local sea centro de reunión de artistas, escritores, músicos y hasta empresarios.
La figura del pintor Luis Alonso, de cultura enciclopédica y siempre polémico tertuliano, atrae a los amantes de la buena conversación, pero el personaje principal de este Café Gijón caribeño es Pepe Rivera, un gato intelectual sin más dueño que su apetito y que apareció un día y se quedó a escuchar.
A menudo se puede ver a Pepe dejándose fotografiar en los museos y galerías de arte de la zona.
En una de las salas de una de estas galerías de la San Sebastián vive otro de los habituales del Rivera Hermanos, Carlos Irizarry, uno de los pintores vivos puertorriqueños más reconocidos, que estuvo preso cinco años por tratar de secuestrar un avión en los 70.
Irizarry, si su interlocutor demuestra que no es un agente del FBI o de la CIA, como consiguió Efe después de horas de entrevistas, se jacta de que no le condenaron a cadena perpetua porque demostró que el secuestro se trataba de una «obra conceptual» y amenazó con llamar como testigo a su amigo y pintor español Salvador Dalí.
La San Sebastián guarda otros tesoros por descubrir al ritmo del sonido del taconeo y las castañuelas de una clase de sevillanas que una tarde cualquiera se escapa por las ventanas de la Casa de Cultura Municipal.

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