27.11.2007 | |
P.RICO-VINOS Agricultor consigue producir vinos en las tropicales tierras de Puerto Rico Iñaki Estívaliz Guánica (Puerto Rico), 27 nov (EFE).- El español Juan Ramón Andreu Solé conseguirá este año hacer realidad el sueño que su padre tuvo hace más de dos décadas: ser el primer agricultor que produce vinos en las tropicales tierras de Puerto |
Rico. Andreu Solé asegura que aunque se han conseguido vinos en el Caribe en estaciones experimentales, no se ha logrado «a un nivel de producción». «A este nivel somos los primeros», dice. Procedente de Castellón de la Plana, en la Comunidad Autonómica de Valencia, en España, su padre, Juan, plantó vides en Puerto Rico hace 25 años, pero unas inundaciones acabaron con un sueño que su hijo hará realidad ahora tres años después de la muerte del promotor de la idea. Pendiente todavía de los últimos permisos de comercialización y patentes de marca, la finca Costa del Sol, en el sureño municipio de Guánica, sacará al mercado este año el fruto de muchos años de pruebas, el vino tinto «Doce Calles» y el blanco «Solé». Andreu Solé asegura que sus vinos serán «elegantes», con un color rojo intenso el tinto, perfecto para acompañar «una caldereta de cordero», y muy aromático el blanco, ideal para «una paella de mariscos o una caldereta tropicalizada». El agricultor experimentó durante años con diferentes injertos de vides de California y España, con variedades de tempranillo y merlot, con paciencia, «poco a poco», hasta «atemperar» las plantas con el clima tropical. La finca se encuentra junto al Bosque Seco de Guánica, donde un microclima evita el exceso de lluvias típico de la región, lo que ayuda a que «la uva se estabilice y produzca buena calidad». Pero a pesar de que las vides están sembradas en una zona excepcionalmente seca de Puerto Rico, las abundantes lluvias del pasado octubre acabaron con la mitad de la cosecha, aunque espera que den suficiente para obtener entre 5.000 y 10.000 botellas. Además del peligro de las precipitaciones, Andreu Solé lamenta que por lo inusual de su cultivo en la región, no pueda asegurar el viñedo ni su infraestructura y tiene el temor de que un huracán o nuevas inundaciones acaben con el producto de su trabajo de años. Media docena de empleados atiende el viñedo durante el año mientras trabajan en otros cultivos de temporada como calabazas, papayas, cilantrillo, tomates y melones, pero cuando llega la época de la cosecha de las uvas, entre octubre y noviembre, la finca se convierte en el escenario de una fiesta. Entre 30 y 40 amigos de la familia se reúnen los fines de semana en la finca para participar de la vendimia, tradición que este año cumple su quinto aniversario, aunque las uvas recogidas hasta ahora se dedicaban a producir un vino que se destilaba luego para obtener un brandy que envejece en barricas de roble. Adultos y niños participan en la recogida de la uva desde temprano en la mañana, luego la «despalillan» (separan la uva de los racimos) y posteriormente, mientras algunos disfrutan de la ya tradicional paella, se procede a pisar las uvas en una ensenada. Tras la cosecha, las vides se podan para que vuelvan a producir, se abonan y se controlan las posibles plagas, pero por las altas temperaturas constantes «crecen mucho, son más agresivas en su crecimiento, hay que hacer podas intermedias para controlar la vegetación en exceso y que no reste azúcares al cuaje de la uva». Todo el proceso, explica Andreu Solé, se hace de modo artesanal y la primera comercialización de los vinos se realizará mediante venta directa en la cava de degustación de los altos de la bodega de la finca, «sin intermediarios, para ofrecer mejor precio». |