30.03.2007 | |
LIBRO Grupo de 25 escritores y 25 pintores componen un libro gigante Iñaki Estívaliz San Juan, 29 mar (EFE).- Un grupo de 25 escritores y otros tantos pintores puertorriqueños compusieron hoy un libro gigante en el antiguo Convento de los Dominicos de San Juan, sede de la Galería Nacional de Puerto Rico. La iniciativa surgió del provocador artista polifacético Papo Colo, boricua de Nueva York que en 1982 realizó la misma obra en el Parque Central con colegas de Estados Unidos, y fue respaldada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), que se quedará la obra para su colección. Sobre 25 paneles negros que simulan las hojas de un libro, poetas inéditos y escritores consagrados, emparejados con artistas del pincel o el grafiti, plasmaron con tinta blanca sus inquietudes como si lo hiciera un pulpo con sus tentáculos. La obra «El Pulpo» es «un prototipo de un libr |
o, pero también de una escultura, es colectiva e individual, donde se da una convergencia entre medios: la escritura, la pintura y el performance», dijo a Efe el impulsor de la obra. Colo es uno de los más provocativos artistas puertorriqueños, dentro y fuera del país, que sacudió a mediados de los 80 el ambiente teatral de la isla con espectáculos como «La batalla de los valores», en el que los protagonistas, «Moderno» y «Traición», se golpean ante el público con dos bates de béisbol. «Quiero provocar que en Puerto Rico existe el concepto de originalidad a pesar de ser una colonia», sostuvo, quien con su iniciativa quiere «documentar la cultura puertorriqueña». Maquillado para el espectáculo y con un mechón enredado de pelos de los 50 participantes metido en una botella de cristal defendió: «soy un creador de fantasías que por suerte o por destino puede crear su fantasía». La directora de Artes Plásticas del ICP, Elaine Delgado, explicó que «El Pulpo» es un proyecto que no se da en el vacío, que se adapta a la intención de hacer del Convento de los Dominicos «un espacio de creación y no solo de exhibición de obras de arte». Entre los convocados estaban el joven pintor Rabindranat Díaz, que compartió panel con René Pérez, más conocido por «Residente Calle 13», y el ex preso independentista Elizam Escobar, que hizo lo propio con el escritor Ché Menéndez, respetado ensayista y poeta que escribe como pronuncian los puertorriqueños. Teo Freytes, Rosa Irigoyen, Charles Juhasz, Elsa Meléndez, Jesús «Bubu» Negrón, Marta Mabel Pérez, Aíxa Requena, Raquel Quijano, Ana Rosa Rivera, Nelson Sambolín, Rafael Trelles, Rafael Tufiño y Zilia Sánchez, fueron algunos de los artistas plásticos. Entre los escritores estaban Adiela Arroyo, Néstor Barreto, Kattia Chico, Rosario Ferré, Hjalmar Flax, Juan González, Jacobo Morales, Mara Negrón, Magaly Quiñónes, Etnairis Rivera, Vicente Rodríguez Nieztche, Luis Rosario y Mayra Santos. La poeta Vanesa Droz, que compartió su hoja de libro con Elsa María Meléndez, explicó a Efe que cuando le propusieron la idea se le ocurrió re-escribir el soneto de César Vallejo «Piedra negra sobre piedra blanca». «Vanesa Droz ha muerto… no hace falta París ni testigos», escribió con un pincel la poeta sobre el panel blanco y otros trazos de su compañera. «Me entusiasmó trabajar con una de las artistas jóvenes más creativas del panorama puertorriqueño, establecer un diálogo… el gran acierto es hacer coincidir a toda esta gente que tiene que decir en arte y la escritura», explicó Droz. El que peor lo tuvo fue Rabindranat Díaz, que tenía que esperar a que Residente Calle 13 llegará a alguna aldea que tuviera internet para enviar sus textos mientras viajaba por las selvas de Perú, Colombia y Venezuela, de donde llegó hoy, aseguró. Durante el espectáculo de inauguración, Colo, vestido de blanco y con una máscara negra, con un reloj en la mano y una campana en la otra, contó del 51 al uno a coro con los asistentes antes de dar paso a los poetas. El primero fue uno de los discípulos de Pedro Pietri, José Raúl González, «Gallego», también poeta maldito «nuyorrican» cuyas poesías se estudian ya en varias universidades de EEUU y que comenzó a recitar con un característico grito como de ave salvaje en la oscuridad de la noche. |