El café llueve en el campo pero no hay jornaleros para recogerlo

08.09.2006  
PUERTO RICO-CAFE
El café llueve en el campo pero no hay jornaleros para recogerlo
Iñaki Estívaliz San Juan, 8 sep (EFE).- Gran parte del café que se produce en Puerto Rico se pierde en el campo porque no hay trabajadores que lo recojan, por lo que el Gobierno recurre a presos, funcionarios y estudiantes y busca fincas donde poder hospedarlos.
Si durante décadas la familia Llinaz Oliver, con fincas en los pueblos centrales de Yauco, Maricao y Adjuntas, tuvieron en exclusividad el derecho de vender café al Vaticano, por lo que la industria cafetalera puertorriqueña presumía de hacer un «café papal», hoy el panorama ha cambiado.
Cuando falta una semana para que comience la temporada de recogida, el 16 de septiembre, el secretario puertorriqueño del Departamento de Agricultura, José O. Fabré
Laboy, explicó hoy a Efe que se necesitarán unos 15.000 trabajadores para la campaña, en la que se espera obtener unas 8.500 toneladas de grano.
Para llegar a esta cifra y no quedarse en los dos tercios del año pasado, el Gobierno ha emprendido varias campañas para llevar trabajadores a las fincas de café.
Con el programa «Manos a la montaña» se realizó un esfuerzo para localizar a trabajadores del café, hacer un seguimiento de los cultivos y planificar un proceso de rotación de empleados en las distintas fincas: «Esperaba apoyo significativo de los alcaldes de la zona cafetalera que no tuve».
Agricultura reclutará este año a 500 presos del sistema correccional, a 3.000 personas que buscaron trabajo en la Oficina de Seguridad en el Empleo del Departamento del Trabajo y se están localizando fincas con alojamiento para que la distancia no desanime a quienes viven lejos de éstas.
Además, todos los sábados hasta la finalización de la cosecha, el próximo 18 de noviembre, funcionarios de distintas administraciones se desplazarán a distintas fincas para trabajar en la recolección con carácter voluntario.
«Lo que se obtenga por el valor del café recogido se donará a una escuela o institución benéfica del municipio donde estemos. Es una aportación para la comunidad y una ayuda para los caficultores», señaló el secretario de Agricultura.
Indicó que también se han realizado acercamientos de instituciones educativas, de los Boy Scouts, del arzobispado de San Juan y del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, entre otros, que han mostrado preocupación por la situación del café y ofrecido su ayuda desinteresada.
Fabré Laboy explicó que el principal problema de la mano de obra para recoger el grano es que si en una finca hay 10 empleados fijos, en la época de cosecha se necesitan 100 sólo por unos días, «¿Y que haces con los 90 cuando no hay cosecha?», planteó.
Dijo que el problema de la mano de obra para la recogida del café no es un problema reciente y que en los años 80 Agricultura incentivó un programa de recolección en mayas de polietileno, que redujo la necesidad de mano de obra.
La situación «se ha ido agravando año tras año, se ha ido perdiendo producción de café, y ha estado marcada por el paso de huracanes como ‘Hortensia’, en 1996, y ‘Georges’, en 1999», cuando los puertorriqueños, grandes consumidores de café, tuvieron que comenzar a importarlo porque dejó de ser autosuficiente.
El café llegó a Puerto Rico en 1756 y las condiciones geográficas y climáticas de la isla propiciaron un desarrollo del estimulante que pronto se comenzó a exportar a Europa, donde había que pagarlo más caro que el de otros países por sus cualidades, apreciadas por los reyes y la alta burguesía.
Cultivado a partir de semilla Arábica, principalmente, en las zonas altas, húmedas y frescas, sobre suelo volcánico, una marca de café puertorriqueño, Alto Grande, producido desde hace 150 años, es uno de los únicos tres cafés en el mundo que cuenta con la máxima distinción, «superpremium».
Otra marca puertorriqueña, Café Yauco Selecto, fue catalogado por la revista Wine Spectator Magazine como uno de los 10 cafés más cotizados del mundo.
Para adentrarse en el mundo del café puertorriqueño se puede visitar Casa Pueblo, en Adjuntas (centro), o la hacienda Buena Vista, antigua finca cafetalera restaurada al norte de Ponce (sur) que data del siglo XIX y es administrada por el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico.
Otras marcas de café puertorriqueño son Rioja, Coquí, Café Rico y Yaucano.

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