LAS CRÓNICAS A VUELAPLUMA (EN CONSTRUCCIÓN/BETASLOW)

Trabajos periodísticos de Iñaki Estívaliz

Católicos de Alepo apuestan por las mujeres y los niños para construir el futuro de Siria

Por Iñaki Estívaliz

Fotos: Iñaki Estívaliz

Líderes de la comunidad católica de Alepo, al norte de Sira, defienden que para la reconstrucción del país tras medio siglo de tiranía de los Al-Assad y 14 años de guerra civil, es esencial incluir a las mujeres y enfocarse en la educación de niños y jóvenes.

Antes de la guerra, en Alepo vivían unos 600.000 cristianos y ahora quedan menos de 60.000.

El marista hermano George, que habla un perfecto español con acento francés, fue responsable de la congregación en Líbano y Sira durante 13 años, pero quiso dejar sus responsabilidades para enfocarse en ayudar sobre el terreno a los más afectados por la guerra, especialmente a las familias en situación de pobreza extrema.

Enfoca sus esfuerzos en la educación de los niños, el desarrollo de las mujeres y la ayuda humanitaria directa con la distribución de cestas de alimentos.

Explica que se dio cuenta de que la pobreza no es solo una cuestión de carencia económica, sino que también “está instalada en la cabeza de las personas”.

“Había que liberar a las personas humanas de de esa pobreza mental”, subraya.

Otra cosa que descubrió es que el supuesto eslabón más débil de la sociedad, las mujeres, son el factor más valioso para salir de la pobreza, pero antes, “hay que liberarlas ayudándolas a tener un desarrollo personal y comunitario”. 

“Sabiendo que la mujer trabaja de día y trabaja de noche, trabaja dentro y trabaja fuera,

la mujer necesita un espacio personal donde encontrarse consigo misma y desarrollarse lejos del dominio de los hombres”, defiende.

Con ese pensamiento empezaron a organizar cursos de formación para “superar los prejuicios implantados en nuestras mentes”

En estos talleres de tres o cuatro meses, mujeres cristianas y musulmanas se forman “y descubren que aunque son diferentes tienen muchas semejanzas a nivel humano y familiar”.

Insiste en que es necesario que las mujeres descubran su propio espacio personal y que se encuentren con otras mujeres.

“Aquí en Oriente se llama a las mujeres como la mujer de fulano o la madre de fulano. Pocas veces se nombra a la mujer por su nombre personal. La mujer tiene que identifiarse consigo misma. Es muy importante salir de ese esquema tradicional y machista tan oriental”, subraya.

Cuenta que como cristianos y como maristas tienen el ejemplo real de María.

En ese momento interviene el hermano Esteban, un español de Burgos que recuerda que María es la única mujer que aparece en el Corán.

“Incluso para la comunidad musulmana la mujer por excelencia es María, que llaman Mariam”, recuerda.

El hermano George insiste en que “la educación y el desarrollo de la mujer son los temas más importantes para el desarrollo del país. El futuro tiene que pasar por esos dos temas fundamentales, son la base para que haya paz y diálogo”.

“Hoy día más aún. Cuando se tiene que escribir el futuro del país, la mujer tiene que estar en el centro, con la educación de los niños”, plantea.

Dice que hay que educar a los niños a respetar al compañero y a resolver las diferencias sin violencias. 

“Aprender a aceptar que el otro no es el enemigo y que podemos compartir con justicia” es fundamental para el hermano George, que explica que hay que superar “los miedos y las angustias” y convertirlos en “desafíos” o “vamos a estar paralizados y nos van a imponer otras ideologías. Durante la guerra fue el momento del miedo, ahora es el momento del desafío. El miedo no construye, el desafío es una esperanza”.

Recuerda que los cristianos están arraigados en el país desde hace dos mil años.

Relata que los cristianos se llamaron así por primera vez aquí, con Pablo de Damasco y los fieles de Antioquía.

“La presencia cristiana aquí es también la de San Simón el estilita, la de Ignacio de Antioquía y de tantos otros cristianos en la época de los Omeyas que estaban dedicados a la traducción y trabajaban en el gobierno. Al Oeste del Eufrates la comunidad siriaca y al Este los asirios son comunidades cristianas todavía hoy en día”, repasa.

“Hoy día tenemos una cultura común con los musulmanes, una lengua común y un futuro a construir juntos”, defiende.

Reitera la necesidad de formar a los jóvenes en oficios para reconstruir una sociedad que era próspera y productiva y que ahora “es una sociedad que pide ayuda, por no decir que mendiga”.

El hermano Esteban llegó a Alepo hace dos años, después de vivir golpes de estado y guerras en diferentes países en África, pero que nunca había estado en una etapa como esta, “tan emocionante para las fuerzas vivas del país”.

El franciscano padre George (Bahjat Karakach), superior de la catedral de San Francisco de Asís de Alepo, coincide con los hermanos maristas en la necesidad de atender la educación de los niños y la participación de las mujeres en la nueva sociedad.

Formado en Italia, el padre George regresó a su Alepo de nacimiento en 2022 para encontrar una ciudad “vacía y triste, donde los edificios y las casas estaban cerrados y el 80 por ciento de la población se había mudado al extranjero. Solo quedaban los más pobres, los que no tenían recursos para huir”. 

A la espera de que el nuevo gobierno islamista acabe de revelar si va a construir un Estado moderado e inclusivo, proclama que “la estabilidad es la única manera de recosntruir el país”. Mientras la sociedad trata de superar las adversidades, su parroquia distribuye 2.500 comidas al día.

Siria es un país que ha pasado medio siglo de tiranía “sin esperanzas”, catorce años de fraticida guerra civil, la pandemia del covid, el terremoto de 2023 y las sanciones internacionales contra los Al-Assad que todavía sufre la población.

Los equipos de los hospitales están obsoletos y no pueden ser reparados por esas sanciones internacionales.

Lamenta que las escuelas que han sobrevivido a la guerra están al triple de su capacidad y que los maestros están muy mal pagados.

Señala como una mala señal del nuevo gobierno el intento del nuevo ministro de Educación, Nazir Mohammad, de eliminar de los libros de texto la figura de Zenobia de Palmira, que fue un ejemplo de resistencia. La sociedad siria se ha levantado en contra de este intento de cancelación “de una mujer admirable”.

El padre George asegura que las mujeres siempre han tenido un importante rol en la sociedad siria, pero que ahora temen la influencia que puedan tener sobre el nuevo gobierno islamista países como Irán o Arabia Saudí, que las discrimina.

“Hay que evitar que el poder sea monopolizado por un sector. Tenemos que ser inclusivos. Hay que evitar que las mujeres o nosotros como cristianos seamos tratados como ciudadanos de clase b. Tenemos que contribuir a la construcción de la nueva Siria”, sostiene el franciscano.

El religioso asegura que “si preguntas a las mujeres en la calle, y si ellas son honestas, te van a reconocer que temen que un gobierno radical les imponga hiyab y las excluya de la vida pública”. ie

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