LAS CRÓNICAS A VUELAPLUMA

Trabajos periodísticos de Iñaki Estívaliz

Mi amigo tiene miedo

Iñaki Estívaliz

Tengo un amigo que tiene tanto miedo que, para protegerlo, no puedo escribir si es mi vecino o compañero de trabajo en Cambridge o Boston, si va a Harvard o a MIT. No voy a ponerle un seudónimo. Él tampoco me quiso decir. Así que lo llamaré mi amigo.

Mi amigo árabe tiene tanto miedo que no puedo especificar aquí los países europeos en los que ha estudiado ni si el brillante doctorado que está a punto de terminar en EEUU es en ciencias o en letras. No me estoy inventando a mi amigo. Esto ni es un ejercicio literario ni yo tengo amigos imaginarios.

Mi amigo mira hacia los dos lados de la calle cuando sale de su casa. Se pasa el día borrándose de las redes. Sale lo imprescindible. Y nunca sale solo. Una red de compañeros asustados como él se encarga de que cuando uno tiene que ir a alguna parte alguno de ellos con vehículo va a recogerlo y lo acompaña.

Está aterrorizado, especialmente, después de ver las imágenes de la detención de Rumeysa Ozturk, a minutos de donde él vive en el área metropolitana de Boston. Enmascarados sin identificar la secuestraron cuando salió de su casa para encontrarse con unos amigos y romper el ayuno diario del ramadán.

Los agentes del ICE se la llevaron cuando ella no había comido en todo el día. Burlando leyes estatales y federales y decisiones judiciales la trasladaron a Nuevo Hamshire, Vermont y Louisiana. Estuvo 24 horas incomunicada.

En Somerville, Cambridge y Boston se han sucedido las protestas para exigir la liberación de Rumeysa, estudiante doctoral de sicología especializada en trauma infantil, de nacionalidad turca y propalestina.

Mi amigo abre los ojos y le tiemblan las manos cuando me dice: ¿Viste, viste? Como la Gestapo, ¿Viste como enseguida le agarraron de las muñecas para que no accediera a su celular?.

No puedo decir de qué país es mi amigo, porque mi amigo tiene mucho miedo. Pero como existen diez países árabes que producen aceite de oliva voy a contar algo sobre mi amigo.

Cuando conocí a mi amigo y supo que soy andaluz, salió en la conversación el tema de los olivos. La segunda vez que nos encontramos, él acababa de regresar de su tierra de ver a sus padres y me regaló una botella casera sin etiquetar de un sabroso, profundo, aceite de oliva virgen extra de su cosecha familiar.

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