Tortugas en peligro de extinción anidan más pese a amenazas ambientales

18.05.2007  
P.RICO-TORTUGAS
Tortugas en peligro de extinción anidan más pese a amenazas ambientales
Iñaki Estívaliz Fajardo, 18 may (EFE).- El número de tortugas laúd que anidan en la playas de Puerto Rico ha aumentado en los últimos años a pesar de las amenazas ambientales.
Estas tortugas, también conocidas como tinglares, son las más antiguas del mundo y apenas han evolucionado en más de cien millones de años.
Fueron clasificadas como especies en peligro de extinción en 1970 y en 1986, cuando se encontraron cuatro nidos en la costa norte de Puerto Rico, se comenzaron a estudiar en la isla.
En 1993 y después de haberse puesto en marcha un sistema de seguimiento y un programa de concienciación, se localizaron 79, y en 2001, 2002 y 2003, se registraron más de 300 cada año.
El 2005 marcó un récord con 463 nidos, mientras que este año ya se han visto 220 a un mes y medio del fin de la temporada.
«La población (de tinglares) en el área del Caribe ha aumentado y se encuentra estable», aseguró a Efe Héctor Horta, encargado de Manejo de la Reserva Natural Arrecifes de la Cordillera.
Este aumento se refleja también en algunas áreas turísticas, como la zona del condado de San Juan, donde se han localizado tres nidos en los últimos días.
El secretario del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), Javier Vélez Arocho, dijo a Efe que estos desoves en zonas turísticas «son un buen síntoma» y un indicador de que «la población está aumentando», además de «una oportunidad para los residentes de involucrarse» en temas ambientales.
El DRNA anima a asistir a los avistamientos acompañados de su personal para evitar la intervención indiscriminada y disfrutar de «una de las situaciones de la naturaleza que más impactan a los que lo han visto», según Horta.
En los 22 kilómetros de playa que comunican los pueblos nororientales de Fajardo y Luquillo pueden llegar a desovar en una noche hasta 15 tortugas laúd, que llegan a medir tres metros y pesar hasta 1.500 kilos.
Una de las marcas de la antigüedad de los tinglares es su caparazón de tres quillas aerodinámicas que a diferencia del resto de tortugas marinas es blando y tiene textura de cuero.
Son animales pelágicos que viven la mayor parte del tiempo en frías profundidades y sólo las hembras se acercan a las costas para desovar.
Por eso y porque no sobreviven en cautiverio, es una incógnita lo que sucede con ellas desde que salen del nido hasta que son adultas.
Las laúd desovan en el Caribe entre marzo y julio, y ponen entre 100 y 150 huevos, de los cuales entre 60 y 80 se desarrollarán.
Las crías eclosionarán después de 60 días y tardan otros tres en salir trabajosamente del nido, que está excavado a un metro de profundidad y cubierto de arena.
Luego se enfrentarán a depredadores naturales como gaviotas, cangrejos, tiburones y barracudas.
En época de desove, una misma tortuga puede salir hasta 11 veces cada nueve días y poner huevos en sitios distintos.
Entre las principales amenazas de los tinglares están los plásticos que pueden ser confundidos con las aguavivas (medusas) de las que se alimentan; o los anzuelos de palangre que se utilizan para pescar peces espada.
Pero, sobre todo, el exceso de luminosidad urbana desorienta a las madres que no encuentran el camino de vuelta al mar y a las crías, que se pierden de camino al agua.
Por ello, la Coalición Pro Corredor Ecológico del Noreste defiende que «no se rompa la integridad ecológica» con la construcción de dos grandes complejos hoteleros justo donde desovan estas tortugas y que están siendo evaluados en el Parlamento puertorriqueño.

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