Todas las madres del mundo sufren cuando sus hijos van a la guerra

11.05.2007 SOCIEDAD
P.RICO-MADRES
Todas las madres del mundo sufren cuando sus hijos van a la guerra
Iñaki Estívaliz San Juan, 11 may (EFE).- Las madres sufren por sus hijos lo mismo en EEUU y en Puerto Rico que en Irak y en Afganistán porque «la maternidad es la antítesis
de la guerra» y «todos somos una misma especie y no podemos seguir mirándonos como extraños».
Estas son algunas de las máximas sobre las que gira la vida de Sonia Santiago, presidenta y fundadora de Madres Contra la Guerra, que en Puerto Rico defiende el final de los conflictos bélicos y realiza campañas para que los jóvenes no se alisten en el Ejército y los soldados lo abandonen.
Santiago posee un doctorado en psicología, ciencia que estudió «con el propósito de desarrollar una forma de apoyo a las personas para que encuentren una cultura de paz y no resuelvan sus conflictos de manera violenta».
Madres Contra la Guerra ofrece servicios informativos y legales para que los jóvenes con pocos recursos no vean en el Ejército una alternativa y para que los que ya están dentro reciban asesoramiento sobre cómo dejarlo o cómo recibir la atención médica que a veces la milicia no tiene fondos para proveer.
Durante la guerra de Vietnam, de la que su esposo es veterano, formó parte en la universidad del Comité de Resistencia al Servicio Militar Obligatorio, «toda la vida he trabajado por una cultura de paz», insistió.
«Luego mi hijo fue engañado por los mismos que combatíamos entonces. Estuvo diez meses desempleado y debía 8.000 dólares de créditos estudiantiles y los bancos comenzaron a llamarlo para que los pagara», explicó Santiago a Efe durante una protesta frente a una oficina de reclutamiento en San Juan.
Dijo que su hijo, «desesperado», acudió a un reclutador del Ejército que «arregló» la deuda a cambio de que firmara por cuatro años, «que realmente son ocho» porque por cada año que se firma en el servicio activo, automáticamente se está firmando por otro año de servicio inactivo, «pero eso no te lo dicen», asegura.
Entre otras condiciones médicas, el hijo de Santiago padece un trauma psicológico que le impide participar con su madre en las actividades que organiza, donde ella misma prepara comunicados de prensa, escribe los mensajes de las pancartas, compra las pilas del megáfono y manda imprimir camisetas.
Con el megáfono lanza consignas como «la escuelita de matar, te la vamos a cerrar», «deja ya el racismo, exige la paz ahora mismo», «boricua, seguro, a la guerra dale duro» y «seguridad nacional, en Puerto Rico huele mal».
Defiende que «la guerra de Bush la pelean los hijos de los pobres» y que la nueva asignación de fondos para la guerra «que ha aprobado Bush en contra de los demócratas del Congreso van a llevar a la ruina a montones de programas educativos, de vivienda y de salud» en EEUU.
Cuando todavía su hijo estaba en Irak decidió «hacer algo para transformar el coraje y la indignación en acciones de paz» y fundó Madres Contra la Guerra, donde al principio eran «voces bien escasas, ahora somos más de 200 familias en Puerto Rico».
Explicó que los soldados estadounidenses en Irak llevan en la mochila entre 60 y 70 libras de equipo a pleno sol durante 12 y 14 horas al día, afectándoles la columna vertebral.
«Los que regresan son guiñapos humanos, locos y mutilados, nadie vuelve sano de un campo de batalla», reitera.
«En la guerra nuestros hijos van a matar y se exponen a que los maten, eso es la guerra, aquello no es una guerra de videojuego», añadió.
Por eso, «desde esta isla pequeña pero grande en corazón decimos no a la guerra y si a la vida», y animó a los jóvenes a que antes de alistarse «piensen en el dolor que les van a causar a sus madres, pero también a sus padres, familiares y amigos».
Finalmente expresó su apoyo a «las madres que sufren las consecuencias de la guerra en EEUU, Puerto Rico, Irak y Afganistán: desde este terruño boricua les enviamos un abrazo de solidaridad».

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