Madres contra la Guerra apoya a familias de soldados que desertan

16.07.2008 
P.RICO-DESERTORES
Madres contra la Guerra apoya a familias de soldados que desertan
Iñaki Estívaliz
San Juan, 16 jul (EFE).- La organización Madres contra la Guerra está dando la batalla en Puerto Rico para ayudar a los soldados de la isla que desertan del Ejército de Est
ados Unidos para no ser enviados a Irak y Afganistán, y también a sus familiares.
Organizaciones pacifistas calculan que unos 80.000 soldados han desertado del Ejército de EE.UU. desde que comenzaron las guerras de Irak y Afganistán y cada vez que uno de esos jóvenes toma esa decisión afecta dramáticamente la vida de sus familiares.
La puertorriqueña María Santiago, madre de Orville Gómez, de 28 años, prefiere decir que su hijo es un soldado «ausente sin autorización» que un «desertor».
Su hijo, según dijo a Efe, presentaba un cuadro de depresión crónica con «instintos suicidas» y apeló a diferentes esferas militares para que no lo enviaran a Afganistán, pero a pesar de haber sido recluido en varios centros psiquiátricos le llegó la hora de partir.
«Trate por todos los medios que le dieran la baja por su condición médica, unos días creíamos que lo teníamos todo listo para que saliera del Ejército», pero la licencia no se materializaba, sostuvo Santiago.
Durante meses, la familia del soldado estuvo padeciendo la incertidumbre hasta que un día «determinaron que no estaba enfermo, que estaba mintiendo al Ejército», y le adelantaron la fecha para viajar Afganistán.
«A raíz de eso, mi hijo estaba en una situación frágil, no es fácil ver a un hijo así», indicó.
Así que la madre del soldado decidió «acudir a su llamado», viajó desde el puertorriqueño pueblo de Salinas hasta Fort Campbell, en Kentucky, y con ayuda de otros militares boricuas, que, según dice, «comprendían su situación», consiguió «salir caminando» del cuartel del brazo de su hijo.
«Llegué a tiempo para salvarlo. No me detuve a considerar las consecuencias, sólo en mi responsabilidad como madre», dijo Santiago, quien trajo a su hijo de regreso a Puerto Rico.
Orville Gómez, que permanece escondido, cuenta con el apoyo de la organización Madres Contra la Guerra, que le buscó asesoría legal y tratamiento médico.
«Estamos dando la batalla con el apoyo de mucha gente. La experiencia en un principio fue traumática con tanto dolor, pero se ha convertido en una experiencia de regocijo, ha despertado la calidad humana de la gente», dijo la madre de Gómez.
La presidenta de Madres Contra la Guerra, la sicóloga Sonia Santiago, madre de un veterano de Irak, aseguró a Efe que el Ejército no está persiguiendo a los «soldados ausentes» porque son demasiados.
«Se cansan si no los encuentran» rápido, y prefieren centrarse en reclutar nuevos jóvenes en comunidades pobres y marginadas, afirmó.
Pero esto no supone un gran respiro para los objetores, que no pueden utilizar su número de seguro social para trabajar o para acceder a beneficios públicos, porque entonces se reactiva la orden de arresto.
Los abuelos que criaron al soldado Santos López, de 20 años y padre de un hijo, sufrieron el pasado 26 de junio a las 4.00 de la mañana la irrupción de agentes de la policía en busca de su nieto.
«Mi esposo está bien enfermo. Nos pegaron las linternas a la cara, insultaban y lo revolvían todo, abrían los closets (armarios) y no nos dijeron qué buscaban hasta el final», recordó Luz de León.
Según De León, al hermano pequeño de López, de 9 años, lo amenazaron diciendo que si no decía donde estaba su hermano lo meterían a él en la cárcel.
López, un chico «saludable, atlético, bien humilde y de iglesia», ingresó al Ejército en abril de 2006, pero durante el entrenamiento sufrió «maltratos y humillaciones, se sentía enfermo, nos llamaba muchas veces al día, yo no sabía qué hacer, él estaba desesperado y apareció un día acá», dijo a Efe su abuela.
El asesor legal de Madres Contra la Guerra y presidente de la Asociación Americana de Juristas en Puerto Rico, Hiram Lozada, denunció que estos allanamientos no están autorizados porque la objeción por conciencia «no es un delito tipificado» en el código penal del Estado Libre Asociado a EE.UU.

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